Me encuentro apurado acabando con el trabajo para poder irme para Madrid esta misma noche, por lo que no sigo las noticias en tiempo real. Bien es cierto que tampoco esperaba que esta misma tarde hubiese fumata bianca.
Suena el teléfono y mi madre me informa de la noticia. De inmediato le pregunto por el elegido, pero no me lo dice. Me reta a que yo mismo lo adivine. Sin persarlo dos veces, le contesto:
-Ojalá sea Ratzinger.
-Ése, ése, me dice con alborozo. -¿Crees que será un buen Papa?
No lo sé, mamá. Pero de mano me parece una noticia grandiosa, por varios motivos que brevemene comento.
Se confirma lo dificultoso que es hilar fino si los cardenales andan por el medio. Consecuentemente, los especialistas hacen un ridículo espantoso en su afán por pretender indagar donde es prácticamente imposible hacerlo. Valga el ejemplo de José Manuel Vidal, que insistió hasta la extenuación en que Ratzinger no era papable en absoluto. No ha sido el único, claro; ni tan siquiera el peor. Las sandeces han sido múltiples, puesto que yo he llegado a escuchar que los cardenales no se atreverían a nombrar a Ratzinger, pues se produciría un cisma con la Iglesia latinoamericana.
Cierta continuidad queda asegurada con esta elección, lo que en sí mismo no es precisamente negativo. Es cierto que probablemente los liberales no podamos esperar de Ratzinger que nítidamente distinga entre lo moral y lo legítimo, centrando a la Iglesia como referente moral para la acción libre de los individuos, dejando de apelar al Estado continuamente. Pero es que eso no sería posible con nadie, me temo.
Y ahí está el problema. Lo que tanto molesta del nuevo Papa no es que intente moralizar vía Estado, sino que la dirección moralizadora no sea moderna, o sea progre, o sea contraria a la propia doctrina de la Iglesia. Y no digamos ya su protagonismo en el ahogo de los políticos con sotana y fúsil, que tanto daño han hecho, estos sí, a la Iglesia y a la sociedad latinoamericana. Esta elección es pues también un golpe a quienes, dentro y fuera de la Iglesia, esperaban un político social, un socialista que utilice su enorme legitimidad para dañar inexorablemente la sagrada libertad del individuo, aspecto sin el que la redención es inviable, por cierto. Pero es que el reino de estos iluminados sí es de este mundo.
En cualquier caso, no caigamos en el error de nuevo, pues no necesariamente actuará exactamente igual que cuando era un simple cardenal. Pero lo que es indudable, es que estamos ante un teólogo de primera línea, muy inteligente y con mucha experiencia. Veremos si aguanta el embite, porque de inicio le van a llover felicitaciones por doquier. (Especialmente interesante es la opinión de Atilano Rodríguez, un buen Obispo y mejor persona, sobre todo si la contrastamos con la de Anasagasti)
martes, 19 de abril de 2005
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5 comentarios:
Amén ;)
Puede haber realidades distintas, no me cabe duda. Pero el mensaje evangélico es ciertamente nítido y la función de la Iglesia es salvaguardarlo, no pervertirlo, querido Andrés.
Yo interpreto la Teología de la Liberación desde su lectura (hace ya muchos años, cuando era un adolescente en búsqueda; ahora me resulta repulsivo). Y aseguro, como ya he dicho en otra ocasión, que ni es teología (un refrito marxista no puede ser considerado de ese modo) ni desde luego es liberadora, pues hace de la libertad, al menos como la entendemos liberales como nosotros, su caballo de batalla. Y por ambas cosas debe ser combatida: la primera eclesialmente, la segunda incluso socialmente, pues ha hecho mucho, muchísimo daño, confabulándose directamente con el poder estatal.
Hay mucho fariseo, de acuerdo (aunque sobre el indigenismo habría mucho que hablar); pero es que los de la cruz y el fusil no pasan de celotas.
No son comparables personas concretas que no claman por la ausencia de libertad con quienes la pervierten y encima pretenden hacerlo en nombre de Dios. ¿Te suena a algo?
Yo intento no olvidar nada, por eso me gustaría que me indicases exactamente en qué modo se produjo dicha bendición, por cierto.
El viernes en la cena te espero, canalla. :P
Un saludo.-
No he contestado antes porque me he pasado unos maravillosos días conspirando con una manada de liberales, para algunos unos peligrosos talibanes vaticanistas neocon.
Javi, como no lees lo que se escribe, sino que te construyes tu propio texto mental para contestarlo según tus prejuicios, sigues sin enterarte. Supongo que ni el hecho de que coincida contigo un sectario de primera magnitud como Manu, te hará reflexionar.
Me alegró la elección de Ratzinger porque, repito:
1) Confirma que los listillos "especialistas" no se enteran de nada.
2) Como creyente que soy, aunque alejado de la comunión eclesial en los últimos años, opino que Ratzinger garantiza cierta continuidad doctrinal, y eso me parece ciertamente positivo.
Como ves, hasta ahora nada que tenga que ver conque uno sea socialista o liberal.
3) Aclaro que los liberales (especialmente los creyentes) no debemos albergar esperanzas de que la jerarquía eclesial comprenda que lo moral y lo legítimo no van de la mano. Lo primero es de su incumbencia directa; lo segundo no necesariamente, salvo en casos excepcionales. Que esto tampoco lo entienda Manu es lógico; es un socialista confeso y practicante. Que no lo entiendas tú, que te dices liberal, es ciertamente preocupante.
4) Acabo manifestando mi alegría porque alguien que se encuentra entre los teólogos más sólidos del siglo pasado sea el nuevo Papa, frente a otras opciones que alegrarían a quienes les importa un rábano la Iglesia y tan sólo quiren destruirla, entre los que afirmo ahora sin rubor, que tú te encuentras, y de ahí que seas incapaz de distinguir argumentos que esceden el debate de la filosofía social. Yo no quiero un Papa liberal, quiero un Papa que tenga clara su función y la ejerza. ¿Cómo sería un Papa liberal? ¿Defendiendo el capitalismo? ¿Pero acaso su función es hacer una exégesis de la obra de Mises? ¿O aceptando el aborto porque los tiempos han cambiado?
La Iglesia es mucho más importante que todo esto, nos guste o no, (de hecho, yo preferiría una Iglesia de minorías como antaño), pero me alegra la elección también, y eso lo digo ahora, no en el post, por ver como rechinan los dientes de tanto liberticida.
Por cierto Manu, ya no tendrás que preguntarte, de momento, si el Papa se muere de una vez. Darías pena si no fueras tan simplemente patético y servil.
Alguien que no discrepa ni en mínimos matices de lo que dicen los mandamases del PSOE, como es el caso de Manu, así sea hoy lo contrario de lo de ayer, no admite otro calificativo que el de sectario. Que eso lo haga quien está al frente de los partidos, es entendible por aquello de las servidumbres políticas, motivo por el que algunos siempre acabamos huyendo de la militancia activa. Pero vamos, un militante de base con blog...
En fin, que él no te lo parezca y ciertos liberales que tendrían que serte más cercanos sí, es muy revelador, Javi. Pero tampoco era éste el tema, la verdad.
¿Si entiendo a la gente que no le gusta el Papa? Depende. Voy a enlazar en un post una magnífica entrevista a Gustavo Bueno, que lo explica mejor que yo, y él ¡desde el ateísmo! Pero quien toda su vida ha sido capaz de razonar impecablemente, no iba a dejar de hacerlo ahora.
Adelanto que admito debates internos sobre lo que es opinable; sobre lo que no lo es, no, pues abandonar la Iglesia es sencillo. Sin ir más lejos, yo hace años que mantengo que la doctrina social de la Iglesia es dañina e innecesaria y debería desaparecer.
Por el contrario, lo que opinen quienes no son creyentes, me trae al fresco. Sólo faltaba... Es como si los socios del Madrid votasen tomando como referente lo que opine Laporta.
Por último, insisto nuevamente en lo fundamental. Me gustaría que la Iglesia distinguiese de una puñetera vez que su función es referencialmente moral, y que los liberales tengamos claro que el liberalismo se ocupa de ordenar derechos, no moral. Así pues, ambos órdenes son compatibles, ciertamente, pero totalmente independientes. Por eso lo fundamental de mi breve análisis del nuevo Papa es basicamente doctrinal y no político. En ese sentido no iba tu crítica en absoluto, me temo.
La Iglesia podrá ser antirandiana al criticar el individualismo, pero en absoluto antiindividualista en el plano metodológico. Ése es el punto. Pues su función es ofrecer una referencia moral a tomar libremente. Y si se da la última circunstancia, es plenamente liberal, aunque quizás a Rand o Spooner les parecesiese ciertamente repulsivo.
¿Que la Iglesia intenta usar la coacción estatal? Cierto, pero eso independientemente de si es en sentido progre o conservador es denunciable.
¿Seguimos así? No soy precisamente la diplomacia hecha persona, así que si quisiera llamarte sectario lo haría directamente, independientemente de que tú me lo llamases a mí o no. Aunque tu comentario sobre "o conmigo o contra mí" me parece que va en ese sentido, ¿no? Pero me da igual eso, sinceramente.
A lo importante. La Iglesia claro que defiende la libertad individual. De hecho, el libre albedrío es esencial en el mensaje redentor; sin libertad de elección, ninguna decisión moral es válida.
A partir de ahí, la Iglesia ofrece una determinada vía moral, que los miembros de esa institución deben tomar en consideración o irse. Me parece, hasta ahí, de lo más liberal.
Ahora bien, asunto distinto es que la Iglesia tienda a usar la coacción estatal si la dejan. Ahí estoy de acuerdo; pero con un matiz importante. Si se defiende la existencia del Estado y el régimen democrático, como muchos liberales hacen, ojo: La Iglesia también tiene derecho a que se escuche su voz. Estamos, para variar, ante el eterno problema, que es el Estado en sí mismo.
¿Pruebas sobre todo esto? El Evangelio, ante todo. Y como ejemplo, dos encíclicas de distinas épocas, a saber: Rerum Novarum, de León XIII y Sollicitudo Rei Socialis, de Juan Pablo II.
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