martes, 11 de enero de 2005

Amor frente a Estado

Ayer te vi. Y sentí emoción.

Algunos advierten hoy en sus titulares que esperaste a que prescribiera el “delito” de colaboración necesaria al suicidio antes de reconocer que pusiste el vaso a mano. Lógico, con el Estado hay que andarse con ojo. No tiene piedad; lo suyo es legislar para jodernos la vida y prohibirnos a nosotros mismos hacerlo. Infame, sí. Pero real.

También te reprochan que hubieses elegido el cianuro, quizás influidos por esa manía de llamar “derecho a una muerte digna” a lo que simplemente es derecho (el primero de todos) a disponer de la propia vida, y olvidando que esa decisión no fue tuya.

Hoy te volví a ver. Y sentí admiración.

Tuviste que oír como te llamaban asesina por haber realizado un acto de amor. No encuentro otra manera de referirme a lo que has hecho: respetar la decisión más trascendental de alguien a quien se quiere, siendo la “colaboradora necesaria” en el momento más oportuno.

Y todavía se reflexiona sobre la conveniencia de que sea el Estado el que realice esa “colaboración necesaria”. Acabaría colaborando cuando no debe. ¡Qué pavor!

Baste ver a la Ministra de Sanidad, Elena Salgado, aprovechando la corriente para afirmar que la culpa del clima creado es de la Iglesia. Tienen el poder coercitivo y encima se ríen de nosotros. La paciencia tiene un límite.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:)

"También te reprochan que hubieses elegido el cianuro"

Los hijos de perra encima tienen la cara de reprocharle haberse tenido que buscar la vida porque ellos monopolizan las drogas de acción rápida e indolora tipo barbitúricos y las armas de fuego. Por lo menos ella tuvo el coraje de hacer algo que los otros le negaron, por la fuerza, porque le quería.