viernes, 29 de abril de 2005

La herencia marxista

Unos cientos de trabajadores del diario El Mundo llevan unos días manifestándose ante la sede de su propio periódico, y parece ser que están dispuestos a ir a la huelga. El motivo es la negociación del convenio colectivo, que sería aplicable, claro, a todos los trabajadores, que pierden así su capacidad de negociación individual. Uno no se acaba de acostumbrar a ciertas cosas.

Las diferentes soflamas que han ido utilizando, alcanzan cotas surrealistas. Salvo que hubiese un acuerdo para ello, ¿por qué habrían de repartir sus beneficios los propietarios del periódico? Si han pactado un salario, y lo reciben puntualmente, no hay más que hablar. Y para el futuro, si la empresa no quiere subirles el sueldo, ya saben dónde tienen la puerta.

En cualquier caso, todo esto viene por la perpetuación en el errada teoría del valor trabajo marxista (y no solo, porque el bueno de Adam Smith no aprovechó la ingente labor de nuestros escolásticos salmantinos), error al que contribuye muy destacadamente este periódico y su director, que en su labor de creadores de opinión, no hacen mucho por aclararlo, antes al contrario. Luego pasa lo que pasa.

Por cierto, el preciso seguimiento que Periodista Digital hace de todo esto, ¿tendrá algo que ver con la conocida obsesión de David Rojo por Pedro J.? ¿O con que el nuevo director sea su hermano Alfonso, uno de los fundadores de El Mundo, que se fue tras una trifulca con Pedro J.? A saber.


Actualización.- Happy Butcher ha escrito un post muy interesante que sirve para entender mejor todo esto.

lunes, 25 de abril de 2005

Desde el ateísmo católico

Gustavo Bueno siempre me ha parecido el razonamiento hecho persona. Aunque se discrepe de él, es difícil no admirar su capacidad discursiva.

Ayer le entrevistaba en La Nueva España Javier Neira, genial periodista asturiano y liberal, con motivo de la elección del nuevo Papa, Benedicto XVI.(A propósito, para los que estamos obsesionados con la corrección lingüística, resulta muy interesante esta aclaración a cargo de García de la Concha).

Conviene leerse todo el diálogo que han mantenido el maestro Bueno y el gran Neira, porque no tiene desperdicio.

Así, nos encontramos con una faceta habitual en Bueno: Siempre pone en situación su respuesta. Especialmente destacable es su explicación de la frase "estar en Babia", para que se entienda bien su respuesta.

Aclara que las críticas de Ratzinger hacia la mal llamada teología de la liberación y hacia otros teólogos díscolos eran "doctrinales" en cumplimiento de su función.

Pero especialmente llamativa es su apreciación sobre las reacciones ante el nuevo Papa, con la que no puedo estar más de acuerdo.

Finaliza de manera antológica:

"Me siento incapaz de opinar de la Iglesia. Culturalmente aprecio el catolicismo. Soy ateo católico que no es lo mismo que ser ateo musulmán. Los católicos son aliados míos en muchas cosas contra terceros. El catolicismo es derecho romano más filosofía griega. Es nuestra tradición."

martes, 19 de abril de 2005

Grandioso: ¡Ratzinger!

Me encuentro apurado acabando con el trabajo para poder irme para Madrid esta misma noche, por lo que no sigo las noticias en tiempo real. Bien es cierto que tampoco esperaba que esta misma tarde hubiese fumata bianca.

Suena el teléfono y mi madre me informa de la noticia. De inmediato le pregunto por el elegido, pero no me lo dice. Me reta a que yo mismo lo adivine. Sin persarlo dos veces, le contesto:

-Ojalá sea Ratzinger.
-Ése, ése, me dice con alborozo. -¿Crees que será un buen Papa?

No lo sé, mamá. Pero de mano me parece una noticia grandiosa, por varios motivos que brevemene comento.

Se confirma lo dificultoso que es hilar fino si los cardenales andan por el medio. Consecuentemente, los especialistas hacen un ridículo espantoso en su afán por pretender indagar donde es prácticamente imposible hacerlo. Valga el ejemplo de José Manuel Vidal, que insistió hasta la extenuación en que Ratzinger no era papable en absoluto. No ha sido el único, claro; ni tan siquiera el peor. Las sandeces han sido múltiples, puesto que yo he llegado a escuchar que los cardenales no se atreverían a nombrar a Ratzinger, pues se produciría un cisma con la Iglesia latinoamericana.

Cierta continuidad queda asegurada con esta elección, lo que en sí mismo no es precisamente negativo. Es cierto que probablemente los liberales no podamos esperar de Ratzinger que nítidamente distinga entre lo moral y lo legítimo, centrando a la Iglesia como referente moral para la acción libre de los individuos, dejando de apelar al Estado continuamente. Pero es que eso no sería posible con nadie, me temo.

Y ahí está el problema. Lo que tanto molesta del nuevo Papa no es que intente moralizar vía Estado, sino que la dirección moralizadora no sea moderna, o sea progre, o sea contraria a la propia doctrina de la Iglesia. Y no digamos ya su protagonismo en el ahogo de los políticos con sotana y fúsil, que tanto daño han hecho, estos sí, a la Iglesia y a la sociedad latinoamericana. Esta elección es pues también un golpe a quienes, dentro y fuera de la Iglesia, esperaban un político social, un socialista que utilice su enorme legitimidad para dañar inexorablemente la sagrada libertad del individuo, aspecto sin el que la redención es inviable, por cierto. Pero es que el reino de estos iluminados sí es de este mundo.

En cualquier caso, no caigamos en el error de nuevo, pues no necesariamente actuará exactamente igual que cuando era un simple cardenal. Pero lo que es indudable, es que estamos ante un teólogo de primera línea, muy inteligente y con mucha experiencia. Veremos si aguanta el embite, porque de inicio le van a llover felicitaciones por doquier. (Especialmente interesante es la opinión de Atilano Rodríguez, un buen Obispo y mejor persona, sobre todo si la contrastamos con la de Anasagasti)

domingo, 17 de abril de 2005

Los desvaríos de Mario Vargas Llosa

El gran Mario Vargas Llosa es humano. Supongo que a eso, y no a servidumbres propias del medio en el que publica, son atribuibles ciertas cosas.

Estamos, para variar, ante el enésimo análisis del papado de Juan Pablo II en clave política, olvidando que un Pontífice es un guía espiritual, no un Jefe de Estado en sentido estricto. Y en ese sentido, no se entiende que D. Mario diga que "(el Papa) nunca dejó de condenar con firmeza toda medida social y política que entrara en conflicto con las enseñanzas de la Iglesia, aunque se tratara de disposiciones y leyes aprobadas por gobiernos de inequívoco origen democrático, respetuosas del sistema legal vigente y apoyadas por la mayoría de la población." ¿Acaso pretende que se mantenga indiferente ante medidas que contradicen aspectos esenciales de la doctrina católica por el mero hecho de que ciertas leyes tengan legitimidad de origen? Supongo que el Sr. Vargas Llosa considerará intolerable que se critique la pena de muerte en los EE.UU., dado que es una medida netamente democrática.

Tampoco es cierto que "después del nazismo y el comunismo, otra bestia negra para Karol Wojtyla fue el liberalismo, al que denunció con severidad destemplada en sus encíclicas." El propio Vargas Llosa se confiesa no creyente, y eso le llevaría a no prestar demasiada atención a las encíclicas, pero eso no es disculpa suficiente; ya que se anima a dictar sentencias de este calado, al menos que se las lea atentamente. Juan Ramón Rallo está haciendo un trabajo excelente sobre este tema; le llegará el turno a la magnífica Sollicitudo Rei Socialis y quizás entonces Vargas Llosa se caiga del nido. Y es que Karol Wojtyla criticaba el uso que de la libertad se hacía y orientaba hacia una determinada moral, lo que es tan lógico como compatible con el liberalismo, pues éste se ocupa de ordenar derechos, no comportamientos morales. Digámoslo hasta la saciedad.

Así, el peruano realiza la inevitable referencia: "En lo relativo al sexo y a las relaciones humanas (...) retrocedería (el Papa) hacia las posiciones más tradicionales e intolerantes." Y aquí incluye desde el control de natalidad hasta la eutanasia, pasando por el celibato, la ordenación sacerdotal de mujeres o el matrimonio gay. Vamos, que también podríamos utilizar un poco de marihuana como vínculo de comunión, en vez de la tradicional hostia. ¿Por qué no? Claro que hay aspectos discutibles, como el mencionado celibato, por ejemplo, que igual que se introdujo se puede cambiar. ¿Pero es tan relevante eso para alguien que se identifica como no creyente? En todo caso, los argumentos han de ser técnicos, y no temporales o de oportunidad histórica. Desde luego, así de mano, no parece comparable la aceptación de la democracia con los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Es curioso, por otra parte, como Vargas Llosa pasa por alto el caracter netamente liberticida de la llamada Teología de Liberación, muchos de cuyos miembros sí son ciertamente reaccionarios, llegando a colaborar directamente en gobiernos totalitarios. Parece ser que eso le perturba menos que el hecho de que un Papa condene el uso del condón.

Esto le lleva a conclusiones cuando menos sorprendentes: "Esto no dejará de tener efectos en la vida política y, acaso, en Europa, signifique una involución antiliberal parecida a la que ha tenido lugar en Estados Unidos con la irrupción de los movimientos religiosos fundamentalistas en los procesos electorales." Estamos de nuevo ante el eterno equívoco. Si la Iglesia es decisiva en cuanto a un determinado ordenamiento moral de un grupo de individuos, ¿por qué eso es una involución antiliberal? Por otra parte, ¿no sería en todo caso igual de legítimo que cualquier otro giro, si se hace de modo democrático? ¿Qué ha pasado en EE.UU., por cierto? Porque no me he enterado.

Y como es muy difícil negar lo obvio, hay que recurrir a patéticas explicaciones. "¿Cómo explicar que un Papa de sesgo tan inequívocamente antimoderno sea llorado, venerado y añorado por tantos hombres y mujeres, dentro y fuera de la Iglesia católica? Porque en el país de los ciegos, el tuerto es rey." No, admirado Mario. Creo que el motivo es mucho más simple.

Sí creo que tiene razón en que la Iglesia debe dirigirse a los fieles individualmente y no a los Estados, pero tampoco perdamos la perspectiva, puesto que es el Estado coercitivo el gran protagonista de nuestras vidas. Además, suponiendo que un Estado legislase de acuerdo a lo recomendado por la Iglesia, prohibiendo el divorcio, por ejemplo, sería tan legítimo y democrático como lo contrario, si así lo desean una mayoria de ciudadanos, ¿o no? Es lo que tiene la sacralización de la democracia, olvidando otras vías de legitimación más objetivas.

Acaba, en fin, de una manera coherente con la línea general del artículo: "El magisterio y las realizaciones de Juan Pablo II (...) me temo que hayan dejado algo maltrecha a la cultura de la libertad." ¿Por qué exactamente? ¿Por su rechazo de las ideologías totalitarias? ¿O por no ser suficientemente moderno?

domingo, 10 de abril de 2005

Carta cerrada a El Padrino

Aunque debería decir, para que me entiendas mejor, padrín. Lo eras por una doble razón que supongo ya habrás adivinado mientras sonríes irónicamente, con esa mueca tan característica de quien está de vuelta de tantas cosas, ¿verdad pillo?

Tu característica voz ronca, que te ha acompañado desde hace ya tantos años (yo no te recuerdo otro timbre de voz), hace inevitables las comparaciones. Por no mencionar tus célebres sentencias, tan definitivas como divertidas.

Pero hacía mención a una doble razón. Ésta ya más relevante. Y es que padrín te llamábamos todos los hijos de tu querido hermano mayor, aunque sólo fueses realmente el padrino de uno de ellos. Supongo que tuvo algo que ver el que formases parte fundamental de nuestra infancia, una época en la que muchos momentos concretos quedan grabados en el subconsciente a sangre y fuego. Todos nosotros tenemos nuestros propios motivos, porque todos tuvimos momentos especiales contigo.

Eso incluye a tu cuñada, claro está, que tenía en ti a otro hermano pequeño, o a otro hijo, según como lo quieras mirar. Tanto da, porque según me cuenta, nunca tuviste un mal gesto ni una mala palabra hacia ella, antes al contrario; y porque la familia aumentó durante aquellos años en un miembro más. Y qué decir de mi padre, orgulloso siempre del talento de su hermano al volante, mientras juntos levantasteis, siendo apenas unos jovenzuelos, la empresa familiar.

En mi caso, siempre recordábamos juntos cuando venías a comer a casa hace ya muchos años, con una libertad absoluta, hasta el punto de llegar cuando te daba la gana, prueba fehaciente de tu pertenencia a la familia, al fin y al cabo. Yo seguía siendo un niño mimado al que le encantaba que su nena (mi hermana) le cebase, y siempre que tú llegabas, inmediatamente me hacía cargo de la cuchara, para evitar tus sarcásticos comentarios. Claro que sabías muy bien todo lo que ocurría, así que mis intentos por disimular eran baldíos.

También eras muy aficionado a ponerme motes, ninguno de los cuales llegó a molestarme nunca. Hasta el punto de que actualmente aún te dirigías a mí como Manolo, sin saber por qué, y yo te respondía instintivamente.

Pero el motivo de esta carta no era recordar cosas que tú conoces perfectamente. Mi intención es mostrarte mi enfado, que a su vez está motivado por un profundo egoísmo. Me explico.

Hace tiempo que aprendí que uno vive del presente, y que los recuerdos pueden convertirse en un serio obstáculo si no se administran bien. Y en ese presente, estabas tú de muy diferentes maneras. Directamente, en la ruta a la que últimamente me había aficionado los fines de semana. Aunque tu ritmo era otro (mi vermut duraba más que tu vino), siempre coincidíamos el tiempo justo para comentar lo malos que eran los jugadores del Madrid, la genialidad de Fernando Alonso, alguna cosilla de la empresa, de mayor o menor importancia y, sobre todo, alguna maldad. También en las esporádicas comidas que hacíamos, en las que me divertía como un enano con tus punzantes comentarios, y que solían acabar con una timba en la que siempre nos pelabas, al menos a mí. Por no mencionar los partidos del Mosconia, en el último de los cuales nos pasamos toda la primera parte hablando de mi viaje fin de curso de 8º de EGB, al que tú nos llevaste en autocar. Aún recordabas cómo sudabas en la pista de baile, rodeado de quinceañeros, como si fueras uno más.

Pues bien. Durante estos amargos días de duelo, mientras masticaba en silencio la enorme rabia que me produce tu prematura y estúpida muerte, he llegado a la conclusión de que soy un egoísta. Porque sé que tú estarás, en el peor de los casos, plácidamente dormido eternamente, y la eternidad en ese estado, no es más que un suspiro para ti, pero es mucho para los que vivimos al margen de ella. Aunque realmente, yo estoy convencido de que ahora mismo estarás mirando socarronamente a San Pedro, preguntando por los colegas y familiares que para allá se fueron antes que tú.

Sea como fuere, el hecho es que ya no podremos disfrutar de ese presente contigo. Y eso es lo que me jode un montón, padrín. A mí y al resto de quienes te conocían y apreciaban, que a la luz de lo vivido en los últimos días, eran muchos. Sí, muchísimos; no seas malvado. Se les notaba en la cara que te querían, que no iban por marujerar. Creeme. Al menos, eso es ciertamente reconfortante para nosotros en un momento así.

Y ese enfado egoísta al que hacía mención, es el que tenemos que vencer todos (y entre todos). Comenzando por tu esposa, tus hijos y tu suegra, a los que les queda la titánica tarea de vivir sin tu presencia física; tienen que vivir con tu recuerdo, pero no de él. Continuando por tu hermano, tu cuñada y tus ahijados, y el resto de tu familia, que nos hemos visto privados de una figura esencial en nuestro pasado y en nuestro presente. Y acabando por tus amigos, que tienen que jugar la partida sin ti.

Descansa en paz, padrín. Yo me quedo rumiando el gran rato que pasamos la tarde del pasado sábado, esperando que ese recuerdo esté por encima de la inmensa rabia que siento en estos momentos, y que no tengo sobre quién o qué canalizar. Sé que, como mi pequeña ahijada inocentemente dijo, "todo el mundo se muere, hasta el Papa". Pero uno no se acaba de acostumbrar nunca. Te quiero. Te queremos. Y sé que lo sabías.

---------------------------------------------------------------------

Nota: Este post es un desahogo, tan necesario como personal, por lo que espero se comprenda que no se habiliten los comentarios.

lunes, 4 de abril de 2005

La coherencia de un referente moral

Soy Iglesia, porque estoy bautizado y confirmé posteriormente esa pertenencia voluntariamente. Durante esos años, me sentí orgulloso del Papa, siempre dispuesto a buscar a los jóvenes para darnos mensajes de esperanza: No tengáis miedo. Un Papa que doctrinalmente mostró una coherencia apabullante, y cuyos escritos, fundamentalmente las encíclicas, pero no solo, no tenían desperdicio alguno, pues en todo momento trataba de situar al hombre como protagonista de su propia vida, como ya había hecho Jesús de Nazaret. Un Papa que poseía además una capacidad de comunicación tremenda, una fortaleza contagiosa, un espíritu joven envidiable. Un Papa, en fin, que trataba de cumplir su misión, aspecto que mantuvo hasta el último momento, pues no hay mejor prédica que la realizada mediante el testimonio. No nos equivoquemos.

Hace ya un tiempo que me alejé de la Iglesia, es cierto. Pero mantuve en todo momento un respeto grande hacia la figura y la labor de Juan Pablo II. Y tras comprobar las diversas reacciones, veo que mi sentimiento es ampliamente compartido por personas de muy diversas procedencias y creencias. Porque el Papa es, en primer lugar, un referente moral y un líder espiritual para millones de personas, y eso ya de por sí merece un respeto y una consideración. Pero en este caso, además, se daban otros muchos aspectos, pues su mensaje de paz y amor es reconocido casi universalmente. Difícilmente se encontrará a alguien que suscite tanta unanimidad.

Los aspectos concretos de su papado ya han sido ampliamente comentados. Y lo que queda. Pero a mí me interesa destacar algo que a veces parece no quedar suficientemente claro: El Papa no fue, ni pretendió serlo, un líder político. Es cierto que tuvo un papel importante en la caída del comunismo, pero no por su labor política directa, sino por su influencia espiritual. Ha criticado muy duramente los totalitarismos por lo que tienen de negación del hombre y de ausencia de libertad, pues Juan Pablo II era muy consciente de que sólo las decisiones libres tienen un valor moral y, por tanto, una relevancia trascendente. Pero nunca pretendió tomar partido por una corriente de pensamiento concreta, pues no era su función. Y por ello hizo también todo lo posible por acabar con la corriente interna de la mal llamada "teología de liberación", que tiene muy poco de teológica y nada de liberadora.

Descanse en paz junto a su amado Padre, mediante la intercesión de su querida María. Él se ha ido, pero nos queda su recuerdo. Ahora, que los cardenales se dejen llevar por el soplo del Espíritu, por el bien de la Iglesia, que será el bien no sólo de sus miembros, sino de los muchos que valoramos la importancia y relevancia que esta institución milenaria tiene en nuestras vidas, de una u otra manera.

viernes, 1 de abril de 2005

Sobre el vídeo

Se ha montado mucho revuelo con el famoso vídeo de la FAES, hasta el límite de tildarlo de sectario y falaz. Incluso el diario del centrista de la nada, Pedro J., afirmaba ayer que se ponía en solfa la victoria democrática del PSOE. Como además esta fundación la preside Aznar, se saca a colación el resentimiento del anterior presidente del Gobierno por haber perdido las elecciones, olvidando de mano algo tan elemental como que él NO se presentaba.

Yo he visto el vídeo varias veces y he apreciado lo siguiente: Desde la izquierda (y el nacionalismo) se ninguneó a la amenaza terrorista islamista y se acusó al (entonces) Gobierno de utilizar el atentado de Casablanca y ciertas detenciones de islamistas como justificación de la guerra de Irak, afirmando ZP incluso que había que distanciarse de ese conflicto para no correr riesgos.

Tras el atentado, desde Ibarreche hasta Zapatero, pasando por la práctica totalidad de los medios de comunicación, todo el mundo apuntaba a ETA como autora.

El Gobierno informaba a los ciudadanos prácticamente en tiempo real, con las dificultades e inexactitudes que eso conlleva.

Pero la izquierda, fiel de nuevo a su estilo, que ya había comenzado a mostrar meridianamente con motivo del Prestige y la guerra de Irak, pasó al ataque. Y para ello se recurrió a la calle, su método favorito, en connivencia con los próximos: medios de comunicación afines, artistas y los autodenominados intelectuales, junto con las inevitables asociaciones antisistema. Una izquierda, no olvidemos, que con Zapatero a la cabeza seguía sin condenar los intolerables actos fascistas que sufrieron muchos ciudadanos por el mero hecho de simpatizar o militar en el PP.

Hasta tal punto llegaron, que el día de reflexión se convirtió en una algarada frente a las sedes del PP, creando un clima de crispación y coacción inaudito en una democracia.

Una vez instalados en el poder, ya nada parece importar, y el único partido que sigue intentando que se investigue lo que ocurrió, pues cada día hay más puntos oscuros, es el PP. La multitud ya no quiere saber.

Y yo me pregunto entonces. ¿Dónde está la manipulación de este vídeo? ¿Algo de lo dicho es falso? ¿Sectario? Bien, no deja de ser un pequeño spot, y como tal con una intención determinada. Y está creado por una fundación presidida por Aznar. ¿Eso es un delito, mientras que las continuas, estas sí, manipulaciones de medios y partidos políticos son tolerables? ¿Se discute la legitimidad democrática de los resultados por afirmar que el día de reflexión fue pervertido de forma miserable? Los votos son individuales y la responsabilidad de los mismos también; allá cada cual con sus motivaciones interiores, por supuesto. Pero me parece evidente que no fue democráticamente tolerable lo ocurrido ese día.

Claro que estamos ante lo de siempre, no hay que darle más vueltas. La derecha que se calle o será tildada de extremista. Hasta Rajoy, otro centrista de la nada, entra en el juego. Aquí lo que importa es el talante, aunque sea tirando piedras.