Quizás fuese conveniente comenzar explicando cómo está organizado el transporte de viajeros por carretera en España. Y aunque creo recordar haberlo hecho ya en un comentario a un post de Dani hace mucho tiempo, lo haré de nuevo aquí en otro momento. No tiene desperdicio. Ofrezcamos ahora simplemente algunos datos necesarios para entender lo que quiero transmitir.
ALSA (Automóviles de Luarca, S.A.) es una empresa de solera en Asturias. Yo crecí viendo de cerca cómo se desarrollaba este proyecto familiar, basado en la iniciativa, la innovación y el riesgo empresarial. Y aunque bien es cierto que como comentaba al principio este sector está mediatizado por diversas circunstancias, el hecho innegable es que nos encontramos ante la empresa más importante de transporte de viajeros por carretera en la actualidad en España, aunque muy lejos aún de otras grandes europeas.
Hace ya unos años que modernizaron su estructura empresarial, sin perder el sentido familiar que caracteriza a muchas de nuestras empresas, pero sí al menos introduciendo la necesaria profesionalización que requiere una multinacional de referencia (están muy presentes en Chile, tienen participaciones de empresas en EE.UU., fueron pioneros en su introducción en China...) Pero siguen teniendo la misma asignatura pendiente de siempre: los sindicatos.
Por ley, está permitida la subcontratación de los servicios hasta un límite, que varía dependiendo del tipo (reitero que matizaré todo esto en un futuro, y pido disculpas por no detenerme ahora en ello). Y es habitual que, cumpliendo dicha ley, muchas pequeñas empresas colaboren con ALSA en la realización de los servicios, tanto de los que poseen en régimen de concesión administrativa (las conocidas líneas o los transportes escolares públicos) como de los propios (discrecionales, o para ser más didáctico, las excursiones que se les contratan directamente, colegios privados, etc.)
Pues bien, nos encontramos dentro de esta empresa a los habituales resentidos, incapaces de crear o innovar nada, que se creen, por el mero hecho de llevar trabajando ahí varios años, que pueden tomar decisiones sobre la gestión de una empresa privada de la que no son más que empleados.
Pongamos algunos ejemplos de las habituales huelgas que estos facinerosos vienen protagonizando desde hace varios años, con el consiguiente perjuicio para los usuarios que no tienen capacidad de elección, pues en determinados servicios se opera en régimen de monopolio administrativo (aunque esto es culpa del leviatán estatal)
Así, piden que se acabe con las horas extras y se contrate a empleados nuevos para cubrir las necesidades de los servicios; se les concede, pero hete aquí que se encuentran con que sus sueldos bajan al no hacer dichas horas. Y eso es intolerable. No es eso, no es eso. Por su parte, los directivos de la empresa, optan por subcontratar los servicios masivamente, hasta el límite que la ley permite, a otras empresas. Pero éste no es el tipo de creación de empleo que ellos desean, por supuesto. Así que montamos una huelga para exigir que se acabe con los colaboradores. Y para ello se emplean las tácticas mafiosas tan conocidas y consentidas en este país, permitiendo que una manada de estalinistas siembren el terror, hasta el punto de destrozar autocares (propiedad ajena) de pequeños empresarios que arriesgan día a día su patrimonio para salir adelante (mientras crean empleo, por cierto). Para ello no se andan con rodeos: se organizan en bandas y pinchan ruedas, destrozan cristales (incluso con viajeros dentro), amenazan por teléfono... Vamos, que cuando ellos lo deciden, todo se para para evitar males mayores.
Su última hazaña, es convocar una huelga por el despido de un trabajador de la empresa; justo antes del comienzo de la misma, el individuo en cuestión llega a un acuerdo, pero la huelga sigue adelante porque... ya que estamos...
¿Cómo se aseguran de que el seguimiento sea masivo? Pues primeramente se convence a los jóvenes trabajadores de que ellos, los dinosaurios (como son conocidos internamente los que cobran un sueldazo en concepto de antigüedad y no necesitan hacer horas extras) velarán por sus intereses y saben lo que hacen. Y a continuación, se llama a los colaboradores externos, con el número oculto en unos casos, con pleno descaro en otros, para recordarles que hay huelga y que ¡¡no se puede circular!! Cuando la llamada es anónima, la amenaza es directa. En el segundo caso, el cinismo alcanza cotas surrealistas: "Le llamo del Comité de Empresa para recordarle que comienza una huelga y que puede que ciertos exaltados incontrolados no entiendan que se realicen servicios para ALSA. Si usted circula con un servicio propio, procure que quede bien claro que así es, por si acaso".
Así pues, se nos informa que el seguimiento es masivo y que no hay incidentes. Eso sí, se comentan ciertos incidentes, pero mencionando que eso lo dicen fuentes de la empresa (y todo esto un periódico que suele ser bastante neutral en sus informaciones).
Mientras tanto, por tercera noche consecutiva, unos jóvenes empresarios duermen al aire libre vigilando sus propiedades por si aparece un exaltado incontrolado.
¿Y todavía nos dicen que ciertos liberales defendemos la ley del Salvaje Oeste? ¡Qué remedio! ¿Dónde está el leviatán estatal que dice obstentar el monopolio de la violencia? ¿Se ha de consentir vivir amedrentados por cuatro marxistas que ni han leído a Marx?
Todo esto, insisto, protagonizado por unos cobardes, resentidos e ignorarantes, a los que todos les consienten todo. ¿Todos? NO. ¿Todo? NO.
sábado, 26 de marzo de 2005
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3 comentarios:
Roberto, suscribo tu denuncia al 100%.
Cuanta razón tienes: yo acabé harto de vivir situaciones parecidas, al tener un comercio en la "ruta de las manifestaciones" de los explotadisimos empleados -que no trabajadores- de los astilleros
Ya. Pero luego que no se quejen si algunos reivindicamos agencias de seguridad privada alternativas. O que no lloren si alguien celoso de esa chorrada burguesa llamada propiedad privada le revienta la cabeza a un piquetero que juega con lo que no es suyo. Porque hay cosas que ya pasan de castaño oscuro. Leñe.
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