Pasen y vean.
El sujeto M. Hernández, a quien afortunadamente no tengo el disgusto de conocer, se regocija en los orígenes asturianos de uno de los secuestradores de Di Stéfano (últimamente estamos que nos salimos en la exportación de especímenes) mientras nos informa del hecho como si privar de libertad a una persona fuese una travesura de juventud digna de reconocimiento.
Por supuesto no faltan los inevitables eufemismos para referirse a este terrorista. Así: captor, revolucionario, guerrillero... En fin, habrá que convenir que en ciertas facultades de Ciencias de la Información tienen su propio diccionario; y es de suponer que una de las definiciones de "miserable" sea algo del tipo: Cierto tipo de periodista, especialmente habitual entre la clase denominada como "progrerista".
Y por si quedaba alguna duda del perfil del "combatiente", el progrerista nos comenta, mezclando comillas con palabras propias, que Del Río (así se llama el interfecto) sigue siendo revolucionario, pero ahora sus actividades se centran en apoyar la revolución democrática y pacífica que propugna Chávez.
Los orígenes del susodicho terrorista son de lo más reveladores. Y es que su padre era un republicano anarquista de los del 34 astur; una especie muy "querida" por estos pagos, por su "encendida" defensa de la legalidad republicana.
Sr. Hernández, dada su insistencia en la bondad de estos afables guerrilleros, váyase con ellos; le van a tratar bien. Yo luego glosaré tan agradable acontecimiento. Eso sí, acuerde con ellos las fechas para evitar coincidencias onomásticas y no olvide llevar el dominó, el ajedrez y Digital +. Y ya puestos, unas botellas de sidrina.
Con todo, este ejemplar, que se siente muy orgulloso porque nuestro comportamiento fue muy correcto y humano, ha sido invitado al estreno de la película “Real”, hecho que él ve como un reconocimiento a la calidad humana de los combatientes guerrilleros de los años sesenta.
Tras este ejemplo de amor ferviente por la libertad de los individuos, me replantearé mi intención de visionar esa película; el bienestar emocional está por encima del amor a los colores.
sábado, 27 de agosto de 2005
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