Desde el inicio del mes de diciembre, algo “huele” distinto ya. Las luces de las calles y los centros comerciales alumbran desde muy temprano, y eso me encanta. Siempre me trae recuerdos y la añoranza es un sentimiento que curiosamente me reconforta. Algo se mueve en mi interior consiguiendo que mi ánimo aumente.
Maldito mes. Todo el mundo se pone melindroso y no hay quién trabaje. Los bancos cumplen objetivos y retrasan las operaciones. Las notarías, las inmobiliarias, los empleados, los propios clientes… parecen pensar más en las fiestas. Pero yo tengo que facturar igual.
Se acercan días especiales. Todo comienza realmente cuando mi madre me dice que la he de acompañar a realizar la compra para Nochebuena (en realidad, yo me ocupo del vino). Aunque “oficialmente” el inicio se produzca el día 22 con el sorteo de la Lotería de Navidad, reminiscencia quizás de la época de estudiante y el inicio de las vacaciones, y personalmente el principio real sea con la cena de Navidad con los colegas de toda la vida en el restaurante pijo de ese año.
Dos semanas para finalizar el año y trabajo pendiente aún. Veremos a ver cómo consigo sacarlo adelante si todo el mundo anda de comida en comida. Y la cena de Nochebuena… Acabaremos discutiendo por alguna nadería y yo llorando porque me acuerdo de quien no está, o pensando en que un año más ha pasado sin que nada relevante haya sucedido. No me tocará la lotería y todo son gastos.
Todo está más o menos encarrilado en el negocio. Hoy será una gran noche, mañana veré a todos los amigos (Navidad es un sábado este año y todos saldremos a divertirnos). Espero a un cliente con un ánimo desbordante; pronto me iré a tomar algo con los compañeros y brindaremos. Suenan villancicos a través de los altavoces colocados por el ayuntamiento en las calles principales.
El cliente no acaba de llegar. Yo me dedico a perder el tiempo escribiendo estas tonterías. Me llaman por teléfono. Un chico recién llegado no vendrá hoy a trabajar. Una revisión médica paterna rutinaria se convierte en noticia trágica. El ayuntamiento no tiene nada mejor que hacer que gastar el dinero ajeno e incordiar todo el día con unos villancicos añejos que no me dejan concentrarme. Mañana tengo que enseñar un piso. ¡Malditas fiestas!
Se acerca un temporal. Confiemos en que no pase ninguna desgracia, pero es que el tiempo ha de ser navideño también. No quiero una Navidad soleada. Ya están todas las comidas y cenas cerradas. No será mal mes en el negocio. Estaré con mi familia y mis amigos, a caballo entre una bonita ciudad (Oviedo) y una encantadora villa (Grado). Y me han dado unas ganas irresistibles de escribir y desearos a todos una ¡Feliz Navidad! No permitiré que el último párrafo sea en cursiva. ¡Me encanta la Navidad!
viernes, 24 de diciembre de 2004
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3 comentarios:
Felices fiestas, amigo. Y moderación con esos vinitos ;-)
SENECA.
Feliz navidad.
Felices fiestas Roberto
Aitz
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