Leo en El Mundo (enlace no disponible directamente a la noticia): Doce teólogos españoles e italianos, contra la beatificación de Juan Pablo II.
Uno, en su ingenuidad, pensaba encontrarse con quejas relativas a la prontitud del proceso y exigencias procesales, pero no. Resulta que no es digno de ser elevado a los altares por "sus turbias maniobras financieras y por marginar a la mujer", por la "represión ejercidas sobre teólogos, teólogas (sic), religiosos y religiosas (resic), a través de intervenciones autoritarias de la Congregación para la Doctrina de la Fe". Como vemos, también nos cuelan la inevitable referencia al actual Papa.
Llegados a este punto, me voy directo al final del artículo para ver quiénes son los autores de tan alucinantes afirmaciones y me encuentro con Tamayo, José María Castillo, Franzoni y demás patulea de teológos de fúsil-en-una-mano-y-cruz-en-la-otra. Y ya todo queda claro.
Se presentan (y los presentan) como "importantes (sic) teólogos", pero todos sus pretendidos argumentos no pasan de ser necedades progres que nada tienen que ver con la teología.
Me niego a transcribir toda la sarta de sandeces que han soltado. Pero no me resisto a una más que revela, sin ir más lejos, la consideración que sienten estos "teólogos" por la Virgen María. Y es que en el debe de Juan Pablo II también se encuentra "su negativa a encrontrar un sitio digno a la mujer en la Iglesia." Con lo fácil que hubiese sido convertir a Jesucristo en Jesucrista para ir acordes con los tiempos del talante...
Eso sí, no se atreven a mostrar su verdadero fastidio: la decisiva labor de Juan Pablo II en la derrota de su querido y amado comunismo en la Europa del Este. Además de ignorantes (¡Tamayo, hay que leer un poco más a Ratzinger, éste sí un teólogo de primera línea, por no decir el mejor!), cínicos.
Ah, y la información la firma José Manuel Vidal, que aseguraba con una prepotencia digna de encomio que Ratzinger no era papable y ahora escribe libros sobre el tema. Dios los cria y ellos...
miércoles, 7 de diciembre de 2005
lunes, 7 de noviembre de 2005
De Lorenzo a sus camaradas
Hacía referencia a lo rápido que los dirigentes del PP se apartan del camino liberal, y ponía de ejemplo al alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, que en un arrebato de conciencia de clase, escribe a sus camaradas. Como el enlace no está disponible, paso a transcribir la carta que envió a los líderes regionales de los sindicatos mineros. No tiene desperdicio. Las negritas son mías, aunque evitaré la tentación de poner enlaces gráficos que serían muy reveladores de lo que apoya el primer edil de la muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena ciudad de Oviedo.
Os expreso el apoyo firme e inequívoco de Oviedo y de los ovetenses a
vuestras reivindicaciones, que son las de toda Asturias, porque estáis
defendiendo en solitario, con el coraje que os caracteriza, los
intereses regionales.
No déis un paso atrás. Cuando se reduce empleo en el sector minero, las prejubilaciones son un derecho reconocido por los gobiernos
anteriores, y los fondos para reindustrialización, una necesidad para el
presente y el futuro de Asturias. Quiero aclarar: fondos adicionales al
Presupuesto regional, por lo tanto, nunca deben sustituir a las inversiones en
él contempladas. Por consiguiente, los administradores de esos fondos
mineros deben ser los sindicatos de la minería.
El Gobierno tendrá que ceder porque la razón está de
vuestra parte. Lo lamentable es que para llegar a este punto tengamos que pasar
por esta situación.
Vuestra tenacidad y valentía en la defensa de los
intereses regionales son admirables y todavía no han tenido por parte de
la sociedad asturiana el reconocimiento que se merece.
El presidente del Gobierno de España se comprometió hace dos meses
públicamente en Rodiezmo a que hubiera una solución negociada en la minería.
¡Que cumpla su palabra!
No os sintáis solos, porque el conjunto de Asturias está con
vosotros, aunque el Gobierno regional, incomprensiblemente, haga como
que el asunto no va con él y alguna fuerza política incluso aplauda la nefasta
política del Ministerio de Industria. Ellos tendrán que explicárselo a los
asturianos.
Vosotros, los sindicatos mineros, estáis escribiendo de nuevo una página
importante de la historia de Asturias que Oviedo reconocerá
próximamente.
Ánimo y un fuerte abrazo.
viernes, 4 de noviembre de 2005
Con el PSOE hemos topado
Conozco a los sacerdotes y sociólogos José Ramón Álvarez y José Manuel Parrilla, y reconozco que no me suele gustar el tufo político que desprenden casi todos sus informes. Y no me agrada porque siempre he defendido que la Iglesia ha de orientarnos moralmente a los fieles, no (intentar) adoctrinarnos políticamente (por supuesto, siempre encontramos las referencias habituales al neoliberalismo y tal).
Pues bien, en su último informe hablan sobre los fondos mineros y sobre el plan del carbón que actualmente se “negocia”. Y lejos de criticar o matizar lo que estimen oportuno, en el PSOE asturiano toman el testigo de sus hermanos y primos censores y arremeten contra la Iglesia.
Así en Asturias como en Madrid o Barcelona. Amén.
Pues bien, en su último informe hablan sobre los fondos mineros y sobre el plan del carbón que actualmente se “negocia”. Y lejos de criticar o matizar lo que estimen oportuno, en el PSOE asturiano toman el testigo de sus hermanos y primos censores y arremeten contra la Iglesia.
Así en Asturias como en Madrid o Barcelona. Amén.
Del PP frente a diversos liberticidas
Vuelta a las andadas. Los argumentos liberales se agotaron.
El miércoles, tras escuchar a Rajoy entonar un discurso (pdf) vibrante, emotivo y cargado de sensatez, desempolvo el carné de afiliado al PP. Lo miro y me digo: ¡Hay esperanza! Y es que el otrora melifluo presidente del PP basa su arenga parlamentaria en no pocos argumentos liberales.
Hoy, el alcalde de Oviedo, ciudad bella donde las haya, en un arrebato de conciencia de clase, escribe a sus camaradas. Les anima a que sigan adelante: "¡Ni un paso atrás!" (Siento no proporcionar el enlace, pero no está disponible.)
Gabino De Lorenzo, por cierto, se postula (o le postulan, tanto da) como candidato del PP para las próximas elecciones autonómicas. ¿Y el actual presidente regional del PP, Ovidio Sánchez? ¡Presente! En primera línea de populismo. ¿Asturias, dicen? Como siempre, gracias.
Javier Neira, nuestro liberal de guardia, tras protagonizar un viaje surrealista, se cuestiona lo mismo en un nuevo artículo antológico: ¿Quiénes son más liberticidas, egoístas y peligrosos, éstos o los patrocinadores del Estatut? El PP ya ha dado su respuesta.
El miércoles, tras escuchar a Rajoy entonar un discurso (pdf) vibrante, emotivo y cargado de sensatez, desempolvo el carné de afiliado al PP. Lo miro y me digo: ¡Hay esperanza! Y es que el otrora melifluo presidente del PP basa su arenga parlamentaria en no pocos argumentos liberales.
Hoy, el alcalde de Oviedo, ciudad bella donde las haya, en un arrebato de conciencia de clase, escribe a sus camaradas. Les anima a que sigan adelante: "¡Ni un paso atrás!" (Siento no proporcionar el enlace, pero no está disponible.)
Gabino De Lorenzo, por cierto, se postula (o le postulan, tanto da) como candidato del PP para las próximas elecciones autonómicas. ¿Y el actual presidente regional del PP, Ovidio Sánchez? ¡Presente! En primera línea de populismo. ¿Asturias, dicen? Como siempre, gracias.
Javier Neira, nuestro liberal de guardia, tras protagonizar un viaje surrealista, se cuestiona lo mismo en un nuevo artículo antológico: ¿Quiénes son más liberticidas, egoístas y peligrosos, éstos o los patrocinadores del Estatut? El PP ya ha dado su respuesta.
martes, 27 de septiembre de 2005
El triunfo de un luchador (De fines y medios)
El domingo veinticinco de septiembre de dos mil cinco quedará grabado en mi memoria por siempre. Ese día, como saben ya millones de personas, un asturiano llamado Fernando “el guaje” Alonso se proclamó campeón mundial de Fórmula Uno.
En sí mismo no es un hecho tan importante; muchos otros le precedieron. Pero sí se han dado circunstancias que lo hacen especialmente relevante. La más objetiva es el nuevo récord alcanzado: El más joven en conseguir el campeonato mundial. Por no mencionar lo que cualquier aficionado a este deporte sabe muy bien: Es tremendamente difícil alcanzar ese premio, incluso en circunstancias mucho más favorables que las vividas por el campeón español, algunas de las cuales comentaré más adelante, pues son la base de esta reflexión.
Hay, además, otras razones de índole más sentimental. Yo soy español y asturiano. Esto, que resulta una obviedad, para muchos otros individuos de mi misma condición no lo es tanto. Allá cada cual con sus paranoias. Pero además, así me siento y así lo muestro, sin por ello caer en contradicción alguna con el pensamiento liberal, por cierto. Aclaro esto porque detecto una tendencia equivocada a equiparar liberalismo con una especie de individualismo vital; y el hecho de abogar por la limitación (o incluso total eliminación) de la coacción estatal sobre los individuos, y por la inviolabilidad del derecho a la vida y a la propiedad privada, pues eso es básicamente el liberalismo a mi modesto entender, nada tiene que ver con las opciones libres, plenamente legítimas, y sentirse identificado con un colectivo determinado lo es. Aunque tenga unos tintes más folclóricos que identitarios.
Pues bien, el Nano también suele hacer gala de su españolidad y de su asturianía , sin necesidad de mentir diciendo que le gusta la sidra o la fabada. Esto molesta a los colectivistas de toda condición, que sólo atienden a consignas, y el mero hecho de verles rabiar me resulta gratificante, qué carajo. Pero sobre todo, me hace sentirme orgulloso de los éxitos de un paisano. Éxito especialmente reseñable por los medios utilizados para alcanzarlo, como veremos.
Respecto a la locura general que este genial piloto ha provocado en nuestro país, habría que detenerse en razones que prefiero dejar para los psicólogos y los sociólogos. Simplemente, me confieso parte de ese millonario grupo que literalmente se emociona con cada giro de volante del asturiano. A pesar de la auténtica tensión que me provoca (o quizás por ello), ese rato dominical de puro ocio consigue aislarme de otras cuestiones que me causan dolor de cabeza. Sólo estamos el RS25, Fernando y yo. Si a esto añadimos la cita anual de Montmeló, el paroxismo puede alcanzar cotas ciertamente elevadas.
Pero quiero centrarme ya en el verdadero motivo de estas líneas, que no es otro que resaltar una vez más un hecho que curiosamente ha provocado las mayores críticas hacia Alonso. Y es que no duda en dejar claro en todo momento que nada debe a los burócratas y que por ello no soporta su innata capacidad para salir en todas las fotos. Muchos son los que ven soberbia y resentimiento en estas declaraciones, cuando lo que verdaderamente reflejan son sinceridad, valentía, orgullo y una tremenda seguridad en sí mismo.
No hay tal soberbia, porque no menosprecia a los demás a pesar de no haber tenido sus facilidades, y sus palabras siempre han sido pausadas aunque meridianamente claras. No es una persona excesivamente pasional, que actúe por calentones momentáneos.
Tampoco hay resentimiento, al menos en el sentido que se pretende, pues su enfado no es por no haber recibido una ayuda que en este país, y muy especialmente en esta región, recibe casi cualquiera con solo pedirla en el sitio adecuado. Lo que le cabrea, lo que le hace resentirse, es que quienes le ignoraron en sus inicios ahora acudan raudos a ponerse medallas. No es justo. Y hace bien en denunciarlo.
Tan cenutrios son algunos que incluso en estos momentos perjudican más que benefician. En vez de cumplir los acuerdos y la palabra dada, se intenta poner en un brete al Nano mientras se contratan anuncios faraónicos en la prensa pagados con nuestro dinero con los que pretenden mostrar un apoyo y unas felicitaciones tan innecesarias como insultantes; lo uno porque ya lo hacemos individualmente sus seguidores y lo otro porque si (afortunadamente) no se hizo entonces, no tiene sentido tampoco ahora. Todo sea por desviar la atención, verdadera especialidad de cualquier político que se precie. Pero no cuela: Si Fernando Alonso no sale al balcón, Sr. De Lorenzo, usted sabe bien que es por culpa de su falta de discreción, incompatible con el populismo del que siempre hace gala. Y como esta vez se ha encontrado con un tipo serio, no puede haber entendimiento. Esperemos que aún tenga arreglo.
Ni soberbia ni resentimiento, pues. Por el contrario, decíamos, lo que Alonso demuestra con todo esto es sinceridad, valentía, orgullo y seguridad.
Sinceridad porque dice lo que siente sin importarle las consecuencias. Gran parte de los ingresos que reciben este tipo de deportistas, proviene de la publicidad. Y tener una imagen arisca (a eso lleva la sinceridad, no nos engañemos) puede perjudicarle en ese sentido.
Valentía porque los burócratas tienen el poder y lo ejercen mediante el monopolio de la violencia. Dicho claramente, nunca sale gratis enfrentarse a quienes constituyen eso llamado Estado, cuyos funciones naturales (de tenerlas) han sido ampliamente pervertidas.
Orgullo porque es muy consciente de que ha perseguido sus fines utilizando unos medios moralmente intachables. Como dije ya hace casi dos años en otro comentario publicado en La Nueva España (cuyo original autografiado por Alonso guardo celosamente), la ambición, la esperanza, el afán de superación, el trabajo, la constancia, son aspectos reseñables de su carácter, y de todos ellos hay abundantes ejemplos en su biografía.
Y todo ello, unido a una enorme confianza en sí mismo, ha hecho posible la consecución de un fin largamente perseguido. Que los medios hayan sido estos, no hace sino dotar a su hazaña de más relevancia si cabe, dándole un toque ético ciertamente necesario. Y aunque siempre habrá quien no vea más que “mentiras míticas” en todo esto (supongo que de alguna manera tendrán algunos que justificar su mediocridad), yo más bien lo considero una prueba de la eficiencia de lo correcto.
No conviene olvidar tampoco el papel fundamental que la familia del piloto ha desempañado en toda esta historia. Este suplemento especial de La Nueva España (el periódico que más y mejor información ofrece sobre todo lo relacionado con Alonso) es de obligada lectura para hacerse una idea adecuada de todo esto, por lo que tampoco entraré en detalles concretos.
Así pues, parece bastante lógico que Fernando Alonso oriente sus agradecimientos hacia quienes realmente son partícipes de su éxito. Que esto siente mal, forma parte ya del paisanaje, como magistralmente nos cuenta Javier Neira . Además, no se olvidó el piloto de nosotros, sus seguidores, sin los que este circo no sería viable. Conviene insistir en esto, pues sus palabras tenían claros destinatarios.
En cualquier caso, que nadie se equivoque: La victoria es suya, no de una ciudad, Sr. D. Gabino de Lorenzo; ni de una región, Sr. D. Vicente Álvarez Areces; ni de un país, Sr. Rodríguez, Sr. Borbón; ni mucho menos del automovilismo español, cuyos mandamases, comoquiera que se llamen, nunca se preocuparon tampoco de él. ¡Menuda caterva de cínicos! Que él, Fernando Alonso Díaz, la administre como desee.
Si además su denuncia sirve para poner en el centro del debate todos estos valores, y así los que vienen detrás y suelen tomar como referentes morales a sus ídolos imiten estas loables actitudes, miel sobre hojuelas. Yo intentaré hacerlo. Por convicción y por conveniencia.
Como esto pretende ser una semblanza moral, no entraré a comentar las estupideces de los envidiosos, cuyo rencor por el éxito ajeno les impide ver lo enormemente contradictorio que es mantener la superioridad deportiva de Kimi porque tenía mejor coche. ¡Claro que lo tenía! Por eso tiene más mérito lo que has hecho. Afortunadamente, los campeones saben distinguir a los de su especie.
Fernando, Nano, paisano en cualquier caso, ¡¡Enhorabuena!! Y nuevamente, mis respetos a tu familia, especialmente tus padres, seguramente culpables directos de que seas lo que eres.
En sí mismo no es un hecho tan importante; muchos otros le precedieron. Pero sí se han dado circunstancias que lo hacen especialmente relevante. La más objetiva es el nuevo récord alcanzado: El más joven en conseguir el campeonato mundial. Por no mencionar lo que cualquier aficionado a este deporte sabe muy bien: Es tremendamente difícil alcanzar ese premio, incluso en circunstancias mucho más favorables que las vividas por el campeón español, algunas de las cuales comentaré más adelante, pues son la base de esta reflexión.
Hay, además, otras razones de índole más sentimental. Yo soy español y asturiano. Esto, que resulta una obviedad, para muchos otros individuos de mi misma condición no lo es tanto. Allá cada cual con sus paranoias. Pero además, así me siento y así lo muestro, sin por ello caer en contradicción alguna con el pensamiento liberal, por cierto. Aclaro esto porque detecto una tendencia equivocada a equiparar liberalismo con una especie de individualismo vital; y el hecho de abogar por la limitación (o incluso total eliminación) de la coacción estatal sobre los individuos, y por la inviolabilidad del derecho a la vida y a la propiedad privada, pues eso es básicamente el liberalismo a mi modesto entender, nada tiene que ver con las opciones libres, plenamente legítimas, y sentirse identificado con un colectivo determinado lo es. Aunque tenga unos tintes más folclóricos que identitarios.
Pues bien, el Nano también suele hacer gala de su españolidad y de su asturianía , sin necesidad de mentir diciendo que le gusta la sidra o la fabada. Esto molesta a los colectivistas de toda condición, que sólo atienden a consignas, y el mero hecho de verles rabiar me resulta gratificante, qué carajo. Pero sobre todo, me hace sentirme orgulloso de los éxitos de un paisano. Éxito especialmente reseñable por los medios utilizados para alcanzarlo, como veremos.
Respecto a la locura general que este genial piloto ha provocado en nuestro país, habría que detenerse en razones que prefiero dejar para los psicólogos y los sociólogos. Simplemente, me confieso parte de ese millonario grupo que literalmente se emociona con cada giro de volante del asturiano. A pesar de la auténtica tensión que me provoca (o quizás por ello), ese rato dominical de puro ocio consigue aislarme de otras cuestiones que me causan dolor de cabeza. Sólo estamos el RS25, Fernando y yo. Si a esto añadimos la cita anual de Montmeló, el paroxismo puede alcanzar cotas ciertamente elevadas.
Pero quiero centrarme ya en el verdadero motivo de estas líneas, que no es otro que resaltar una vez más un hecho que curiosamente ha provocado las mayores críticas hacia Alonso. Y es que no duda en dejar claro en todo momento que nada debe a los burócratas y que por ello no soporta su innata capacidad para salir en todas las fotos. Muchos son los que ven soberbia y resentimiento en estas declaraciones, cuando lo que verdaderamente reflejan son sinceridad, valentía, orgullo y una tremenda seguridad en sí mismo.
No hay tal soberbia, porque no menosprecia a los demás a pesar de no haber tenido sus facilidades, y sus palabras siempre han sido pausadas aunque meridianamente claras. No es una persona excesivamente pasional, que actúe por calentones momentáneos.
Tampoco hay resentimiento, al menos en el sentido que se pretende, pues su enfado no es por no haber recibido una ayuda que en este país, y muy especialmente en esta región, recibe casi cualquiera con solo pedirla en el sitio adecuado. Lo que le cabrea, lo que le hace resentirse, es que quienes le ignoraron en sus inicios ahora acudan raudos a ponerse medallas. No es justo. Y hace bien en denunciarlo.
Tan cenutrios son algunos que incluso en estos momentos perjudican más que benefician. En vez de cumplir los acuerdos y la palabra dada, se intenta poner en un brete al Nano mientras se contratan anuncios faraónicos en la prensa pagados con nuestro dinero con los que pretenden mostrar un apoyo y unas felicitaciones tan innecesarias como insultantes; lo uno porque ya lo hacemos individualmente sus seguidores y lo otro porque si (afortunadamente) no se hizo entonces, no tiene sentido tampoco ahora. Todo sea por desviar la atención, verdadera especialidad de cualquier político que se precie. Pero no cuela: Si Fernando Alonso no sale al balcón, Sr. De Lorenzo, usted sabe bien que es por culpa de su falta de discreción, incompatible con el populismo del que siempre hace gala. Y como esta vez se ha encontrado con un tipo serio, no puede haber entendimiento. Esperemos que aún tenga arreglo.
Ni soberbia ni resentimiento, pues. Por el contrario, decíamos, lo que Alonso demuestra con todo esto es sinceridad, valentía, orgullo y seguridad.
Sinceridad porque dice lo que siente sin importarle las consecuencias. Gran parte de los ingresos que reciben este tipo de deportistas, proviene de la publicidad. Y tener una imagen arisca (a eso lleva la sinceridad, no nos engañemos) puede perjudicarle en ese sentido.
Valentía porque los burócratas tienen el poder y lo ejercen mediante el monopolio de la violencia. Dicho claramente, nunca sale gratis enfrentarse a quienes constituyen eso llamado Estado, cuyos funciones naturales (de tenerlas) han sido ampliamente pervertidas.
Orgullo porque es muy consciente de que ha perseguido sus fines utilizando unos medios moralmente intachables. Como dije ya hace casi dos años en otro comentario publicado en La Nueva España (cuyo original autografiado por Alonso guardo celosamente), la ambición, la esperanza, el afán de superación, el trabajo, la constancia, son aspectos reseñables de su carácter, y de todos ellos hay abundantes ejemplos en su biografía.
Y todo ello, unido a una enorme confianza en sí mismo, ha hecho posible la consecución de un fin largamente perseguido. Que los medios hayan sido estos, no hace sino dotar a su hazaña de más relevancia si cabe, dándole un toque ético ciertamente necesario. Y aunque siempre habrá quien no vea más que “mentiras míticas” en todo esto (supongo que de alguna manera tendrán algunos que justificar su mediocridad), yo más bien lo considero una prueba de la eficiencia de lo correcto.
No conviene olvidar tampoco el papel fundamental que la familia del piloto ha desempañado en toda esta historia. Este suplemento especial de La Nueva España (el periódico que más y mejor información ofrece sobre todo lo relacionado con Alonso) es de obligada lectura para hacerse una idea adecuada de todo esto, por lo que tampoco entraré en detalles concretos.
Así pues, parece bastante lógico que Fernando Alonso oriente sus agradecimientos hacia quienes realmente son partícipes de su éxito. Que esto siente mal, forma parte ya del paisanaje, como magistralmente nos cuenta Javier Neira . Además, no se olvidó el piloto de nosotros, sus seguidores, sin los que este circo no sería viable. Conviene insistir en esto, pues sus palabras tenían claros destinatarios.
En cualquier caso, que nadie se equivoque: La victoria es suya, no de una ciudad, Sr. D. Gabino de Lorenzo; ni de una región, Sr. D. Vicente Álvarez Areces; ni de un país, Sr. Rodríguez, Sr. Borbón; ni mucho menos del automovilismo español, cuyos mandamases, comoquiera que se llamen, nunca se preocuparon tampoco de él. ¡Menuda caterva de cínicos! Que él, Fernando Alonso Díaz, la administre como desee.
Si además su denuncia sirve para poner en el centro del debate todos estos valores, y así los que vienen detrás y suelen tomar como referentes morales a sus ídolos imiten estas loables actitudes, miel sobre hojuelas. Yo intentaré hacerlo. Por convicción y por conveniencia.
Como esto pretende ser una semblanza moral, no entraré a comentar las estupideces de los envidiosos, cuyo rencor por el éxito ajeno les impide ver lo enormemente contradictorio que es mantener la superioridad deportiva de Kimi porque tenía mejor coche. ¡Claro que lo tenía! Por eso tiene más mérito lo que has hecho. Afortunadamente, los campeones saben distinguir a los de su especie.
Fernando, Nano, paisano en cualquier caso, ¡¡Enhorabuena!! Y nuevamente, mis respetos a tu familia, especialmente tus padres, seguramente culpables directos de que seas lo que eres.
martes, 6 de septiembre de 2005
Fernando Alonso, Premio Príncipe de Asturias
Es de sobra conocido que sigo a Fernando Alonso con enorme pasión; esa pasión de corte irracional que muchos individuos sentimos al contemplar determinados eventos deportivos.
A su indiscutible capacidad profesional se une (me consta) su gran calidad humana. Es por ello que coincido con el jurado al considerar que “el guaje” ha conseguido llegar a la cumbre de su especialidad deportiva tras años de grandes sacrificios y renuncias con el único apoyo de su familia en los inicios de su carrera y es hoy un ejemplo para la juventud española y mundial. Además, su trayectoria es la consecuencia de la firme voluntad por el triunfo y pertenece al mundo de los campeones singulares, aquéllos que consiguen abrir nuevos caminos en especialidades de máxima dificultad, lo que le ha convertido ya es un símbolo y en un referente capaz de ilusionar a millones de personas.
Vamos, que con lo escasos que estamos de referentes morales, que alguien en quien se fijan millones de niños y no tan niños reúna estas cualidades es una excelente noticia.
Ahora bien, todo ello no me impide reconocer que, en el terreno meramente deportivo al menos, me temo que Nano no ha alcanzado todavía los méritos que atesoran otros candidatos, como Ángel Nieto o Carlos Sainz, por ejemplo.
Lo que me lleva a una última reflexión. ¿Quién es aquí el premiado? ¿Fernando Alonso o la Fundación Príncipe de Asturias?
Alonso obtendrá muchísima más publicidad y relevancia social cuando se proclame definitivamente Campeón Mundial (esperemos que este próximo fin de semana, para no dilatarlo más), pero dudo que influya en nada este galardón, más allá de en su propio orgullo astur.
Antes al contrario, difícilmente se puede presumir del prestigio de algo que en su vertiente pacifista fue concedido en su momento a una de las mayores piltrafas que en el mundo han sido, el terrorista Arafat.
En resumen, creo que es un premio desprestigiado por sus galardonados, y que en cualquier caso llega demasiado pronto para Fernando Alonso. Pero al menos, no se puede decir que no sea merecido, porque cualidades, tanto deportivas como morales, no le faltan.
En fin, al menos ¿será beneficioso para esta tierra baldía de iniciativas, ideas e ilusiones?
A su indiscutible capacidad profesional se une (me consta) su gran calidad humana. Es por ello que coincido con el jurado al considerar que “el guaje” ha conseguido llegar a la cumbre de su especialidad deportiva tras años de grandes sacrificios y renuncias con el único apoyo de su familia en los inicios de su carrera y es hoy un ejemplo para la juventud española y mundial. Además, su trayectoria es la consecuencia de la firme voluntad por el triunfo y pertenece al mundo de los campeones singulares, aquéllos que consiguen abrir nuevos caminos en especialidades de máxima dificultad, lo que le ha convertido ya es un símbolo y en un referente capaz de ilusionar a millones de personas.
Vamos, que con lo escasos que estamos de referentes morales, que alguien en quien se fijan millones de niños y no tan niños reúna estas cualidades es una excelente noticia.
Ahora bien, todo ello no me impide reconocer que, en el terreno meramente deportivo al menos, me temo que Nano no ha alcanzado todavía los méritos que atesoran otros candidatos, como Ángel Nieto o Carlos Sainz, por ejemplo.
Lo que me lleva a una última reflexión. ¿Quién es aquí el premiado? ¿Fernando Alonso o la Fundación Príncipe de Asturias?
Alonso obtendrá muchísima más publicidad y relevancia social cuando se proclame definitivamente Campeón Mundial (esperemos que este próximo fin de semana, para no dilatarlo más), pero dudo que influya en nada este galardón, más allá de en su propio orgullo astur.
Antes al contrario, difícilmente se puede presumir del prestigio de algo que en su vertiente pacifista fue concedido en su momento a una de las mayores piltrafas que en el mundo han sido, el terrorista Arafat.
En resumen, creo que es un premio desprestigiado por sus galardonados, y que en cualquier caso llega demasiado pronto para Fernando Alonso. Pero al menos, no se puede decir que no sea merecido, porque cualidades, tanto deportivas como morales, no le faltan.
En fin, al menos ¿será beneficioso para esta tierra baldía de iniciativas, ideas e ilusiones?
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