miércoles, 23 de marzo de 2005

Por qué lo llaman libertad si quieren decir servidumbre

El programa de Julia Otero está rodeado de una polémica necesariamente torticera, pues son los políticos quienes pretenden decidir si merece la pena o no su emisión, y además, usando nuestro dinero para ello. En un cadena privada, todo quedaría reducido al veredicto de la audiencia y a la inevitable y legítima crítica. Obviando ahora mismo este aspecto, he de decir que he visto muchas de sus entrevistas y no pocas de ellas me han parecido ciertamente interesantes.

Hoy ha dialogado en la segunda parte de su programa con un tetrapléjico que ha dicho cosas muy razonables para luego acabar donde siempre. Veamos.

Este caballero, que al parecer ha sufrido una lesión hace años mucho más grave que la de Sampedro, se ha recuperedo considerablemente gracias a una fuerte y consistente rehabilitación, y se siente muy molesto por el mensaje pesimista que constantemente transmitía Sampedro. Aquí estamos ante una cuestión moral sobre la propia vida, y de hecho, yo coincido plenamente con él, aunque no sé lo que haría ni sentiría llegado el momento.

Pero no entra de lleno en el aspecto esencial de todo este asunto: Él (y yo) aprecia(mos) mucho la vida, pero Sampedro había decidido sobre la suya (por los motivos que sean, pues ahora hablamos de derechos) y tuvo que luchar contra una legalidad que pretende legitimar una moral determinada. Hagamos proselitismo sobre la propia moral, pero respetemos la decisión libre del que tiene otra. Y respetar no es manifestarlo verbalmente, sino luchar porque el puñetero Estado deje de custodiar lo que no le pertenece en absoluto.

Obviamente, se hizo la inevitable referencia a Mar Adentro. Le gustó la película, pero le molesta que no se muestre una visión contraria, aquélla en la que el protagonista lucha por salir adelante. Dejando al margen que me parece absolutamente falso que la famosa película muestre la historia de un cobarde, antes al contrario, estoy de acuerdo en que los debates se pervierten cuando todo se mezcla. Pero es que el propio protagonista de la entrevista lo hace sin cesar. ¿Por qué se queja de la imagen que se da de los que él llama diferentes, como si hubiese dos individuos iguales? ¿Por qué culpabiliza del pesimismo de Sampedro a colectividades como los medios de comunicación, la sociedad...? ¿Acaso él mismo no es la prueba de que se pueden tener dos respuestas antagónicas viviendo en la misma sociedad y con los mismos medios?

Llegados a este punto, hace un llamamiento enérgico, con el que no puedo estar más de acuerdo, en pro de la libertad de decisión. Incluso matiza un poco más y opina que el testamente vital, libremente adoptado, debería ser el hilo conductor. Bien.

Pero a continuación, vuelve al tema moral y al análisis subjetivo de las razones que llevan a alguien a desear morir. Según nuestro protagonista, es lógico que Sampedro adopte esa actitud, pues la familia no tiene por qué ocuparse de él; debe hacerlo ¡¡el Estado!! Y si no lo hace adecuadamente, como de hecho él manifiesta que pasa actualmente, ocurren cosas como la de Sampedro. Esto es inaudito.

Desde luego nadie tiene derecho a ser ayudado, porque eso implica necesariamente el deber de otro a ayudarle, y eso nos lleva a ejercer la coerción, lo que elimina cualquier atisbo de libertad. Pero si un familiar no tiene por qué hacerse cargo, ¿bajo que argumento (incluso moral) apelamos al Estado? Pues sacamos a relucir la manida igualdad de oportunidades y el recurrente Estado benefactor y el llamamiento a la libertad queda en nada. Ya no es derecho a elegir, sino derecho a vivir dignamente, y para ello nada mejor que la subvención con dinero ajeno mientras los familiares quedan liberados legal y moralmente.

En fin, apelamos a la libertad del ser humano pero se la negamos de facto pretendiendo presentar al Estado como dispensador y garante de ella. Al menos no se le podrá negar coherencia ideológica, habida cuenta de que se presenta como marxista.

Por lo demás, Julia Otero en su línea. Indagó sobre los motivos de su entrevistado para desear vivir tan fervientemente, esperando encontrar el asunto religioso. Pero como éste se declaró ateo, todo quedó aclarado. Quizás se sintió un poco decepcionada cuando no quiso entrar al trapo criticando a Bush por el asunto de allá, eso sí. Un Bush, por cierto, muy aficionado también a imponer su moralidad utilizando los resortes estatales.

4 comentarios:

Jahd dijo...

Puedes contratar un seguro que por 2'50 € al mes te garantiza asistencia de por vida en caso de incapacidad por accidente o enfermedad. Con pequeño un complemento puedes obtener también una indemnización de entre 60 mil y 120 mil euros (según la prima) para los gastos inmediatos derivados de la situación de incapacidad (reformas en la casa para adaptarla, silla de ruedas, cama especial, etc.). Si quieres cito compañías (al menos la que tengo yo), pero no me pagan para hacer propaganda.

Roberto, muy buen post. Me gustaría que comentases algo del caso de Terri Shiavo. Si los familiares quieren mantenerla viva, sea cual sea su estado, ¿quién es el juez para dar la razón a la parte que quiere desconectarla? Del mismo modo que con qué legitimidad podría obligarse a nadie a soportar el coste de 15 años manteniendo a una persona conectada a aparatos. En el caso de Shiavo, ¿sabes quién está corriendo con los gastos?

Coase dijo...

Jahd ha dado en el clavo. No solo Bush utiliza los resortes del Estado para imponer su moral, también el juez utiliza el poder del Estado para imponer su moral.

El Salmantino dijo...

don federico, ¿y por qué no habría de hacerlo mi familia, si así lo desean? Aquí hablamos de obligaciones y de libertad, no de demagógicas apelaciones sentimentales. Y la libertad hay que ejercerla y asumir luego las consecuencias. JAHD te muestra una fórmula muy válida. ¿Ofendo dices? Ofendido me siento yo con quien pretende que su familia se relaje mientras los demás le costeamos los gastos. La solidaridad o la caridad (amor) es deseable, pero sólo si es voluntaria. Confiemos un poco más en el ser humano y, sobre todo, seamos responsables.

jahd, el caso de Shiavo es tremendo. Una familia enfrentada con deseos opuestos, el Estado usando sus resortes para mostrarnos quién manda de verdad sobre todo y todos, y la verdadera protagonista no puede decir nada. El testamento vital, de haberlo habido, sería una buena solución. Pero no lo hay, según parece. Si tiene un seguro que le cubra los gastos, no debería haber mayor problema. En caso concreto, ¿quién decide? ¿La propia naturaleza y por tanto la desconectamos? ¿Las leyes actuales y por tanto seguimos asistiendo al juego de los dioses que anidan en todo burócrata?

sirajoy... Hay una diferencia entre el juez y Bush. Y es que, hasta dónde yo sé, el primero aplica la legalidad vigente y el segundo firma una ley hecha ad hoc. En cualquier caso, que exista una legalidad determinada tampoco implica que sea legítima en sí misma.

El Salmantino dijo...

Discutamos un poco sobre tu punto número 5:

1) Lo importante, si de derechos hablamos, es que cada individuo pueda libremente hacer lo que le plazca con su vida, sin más exigencias que ésa: ausencia de coacción. Pero si nos referimos a la moral, yo también prefiero a los luchadores como éste, desde luego. Y no vende tanto, hasta el punto de que siempre surge la pregunta sobre la religión. Parecen querer decir los progres que tanto fervor vital no es normal. Es por ello que creo que se deben desligar ambos campos, y el entrevistado no lo hizo claramente en ningún momento. ¿Hablamos de legitimidad en los actos o de la moralidad de los mismos? Si de lo segundo, yo me pongo de su lado.

2) Cierto. Ya lo he mencionado en el punto anterior y en el propio post. Y aunque es cierto que se refirió a los "progres", pero poniendo comillas, pues él mismo definió su postura como "progresista e incluso marxista", su acusación iba dirigido a colectividades, tales como los medios o la sociedad.

3) Sí, pero... La discriminación forma parte de la acción humana. Elegir es discriminar. Si los baños de una cafetería no estuviesen adaptados para las mujeres, alguien habrá que lo haga primero y arrastre la clientela. Lo que él pretendía era una denuncia para la que buscaba una solución (el Estado) y a la vez explicar la causa del pesimismo de los que no quieren vivir: la sociedad que no se adapta a las minorías y discrimina, evitando la igualdad de oportunidades. Este discurso es tan viejo como falaz.

4) El tema americano es demasiado complejo, y ahí demostró honestidad. Incluso me atrevería a decir que la demostró en todo momento. Simplemente sus apelaciones a la dignidad me parecieron liberticidas.

5) Sampedro ya era famoso antes del peliculón de Amenábar (dijo que le había parecido una fantástica película, por cierto). Y no por ninguna campaña orquestada, sino porque estábamos ante un señor que se quería morir y no podía pedir ayuda a un amigo o familiar sin causarle un grave daño, gracias al leviatán que todo lo puede.

Por cierto, lo que más asco me produce es escuchar a los familiares de Sampedro en la actualidad, demostrando una total falta de respeto por sus propios deseos. ¿Y ellos llaman asesino a quien simplemente puso el vaso? Miseria humana.

Un saludo, free-ky. Y muchas gracias por tu comentario.

Saludillos. ;)