Lo prometido es deuda.
En un breve pero clarificador y accesible
paper, el
prof. Bastos resume los aspectos más destacados del pensamiento político del prolífico y brillante científico social
Murray N. Rothbard, obviando, por ser ya (relativamente) bien conocido, su pensamiento económico. Y como este magnífico artículo no es sencillo (aunque sí posible) de conseguir, lo diseccionaremos con el permiso del autor.
Comenta el prof. Bastos en primer lugar el
sistema libertario individualista que Rothbard construye (
For a New Liberty: The Libertarian Manifesto), inspirándose en el tradicional pensamiento anarquista pro-mercado (principalmente
Gustave de Molinari) y diferenciándolo claramente del conservadurismo clásico (por estatista). Nos encontramos aquí con su célebre y discutida teoría de los derechos naturales y con las instituciones de mercado que sustituirían al estado. Así, una educación privada, motivada por la imposibilidad de "definir objetivamente un conjunto de contenidos mínimos" y por la estandarización del conocimiento que una educación estatal conlleva, haciendo incapie en los padres como "únicos legitimados para educar". Completa desaparición del estado del bienestar, para la que aporta dos argumentos principalmente: los derechos sociales no existen pues son arbitrarios y los subsidios hacen disminuir el interés por cambiar la situación que los provoca.
Y la siempre polémica triada: Agencias de seguridad privadas (detectives, compañías de seguros y autodefensa);
justicia privada (restitución a la víctima, con una justicia penal basada en las prácticas consuetudinarias, referenciadas en sus admirados ejemplos de la Islandia y la Irlanda medievales); y defensa de los mecanismos del mercado libre para una defensa adecuada del medio ambiente.
También se aclara una confusión muy habitual que el propio Rothbard (y
otros) evidenciaron: Las pautas de conducta no vienen establecidas por una filosofía libertaria. Uno puede ser un
hippy o un conservador cultural (como Rothbard); lo relevante es la oposición a la coerción estatal.
Para finalizar este apartado, el prof. Bastos hace gala de su profunda honestidad intelectual al reflejar lo que algunos siempre destacamos como la gran falla del pensamiento libertario anarquista: Coherencia teórica plena, pero... ¿Y el método para ponerlo en práctica? A pesar de los esfuerzos denodados del, a mi juicio,
más grande de la Escuela Austriaca en la actualidad, sigue siendo la gran asignatura pendiente.
El
aislacionismo es el segundo punto destacado del pensamiento político de Rothbard. Aquí nos encontramos con las claras referencias a la
Old Right norteamericana (un grupo de intelectuales diversos unidos por su crítica radical a cualquier intervencionismo militar exterior). Rothbard fundamenta su postura de forma intachable, como siempre: Considera que la guerra es la coartada para que el estado crezca con mayor osadía y la neutralidad es positiva para las relaciones internacionales. Eso sí, hay guerras (cuando existe una amenaza clara para nuestro territorio o sus ciudadanos) que sí son justificables. Para él sólo dos, a saber: Independencia de EE.UU. y Secesión (desde la óptica surista, claro está).
Hasta tal punto era importante para nuestro pensador la contención del "imperialismo" norteamericano, que no dudó en
afirmar que la URSS era "un estado pacífico que prácticamente nunca había realizado ningún acto agresivo contra sus vecinos", en palabras del prof. Bastos. Y en esto he de detenerme, pues esta ceguera en una persona tan brillante, es desgraciadamente mantenida hoy en día por muchos de sus seguidores, obsesionados, hasta el límite de ignorar la realidad, con el intervencionismo militar. Puede ser entendible en el ambiente de la
Old Right, pero no lo es tanto hoy en día, me temo. Y esto explica mucho la enorme animadversión que hacia los
neocons sienten, tanto el propio Rothbard como los libertarios actuales.
Para finalizar, el prof. Bastos nos plantea su
teoría del estado (
La Ética de la Libertad). Siguiendo a
Oppenheimer distingue Rothbard entre los "medios económicos", basados en el intercambio pacífico beneficioso para las partes intervinientes, y los "medios políticos", que siempre conllevan coerción. El estado es claro ejemplo del uso de los segundos y su propia existencia implica coacción. Además de esto, el origen estatal está en la predación ("una conquista de grandes colectivos humanos por pequeñas minorías predadoras que comienzan por cobrar tributos a cambio de protección y luego terminan institucionalizando la relación") y no en un contrato o acuerdo voluntario. Estamos pues ante una "mafia protegida por ideologías legitimadoras que le dan respetabilidad". Aquí entran los famosos "intelectuales" también.
De ahí a una visión dicotómica de las clases sociales emparentada (en sus orígenes, que no en sus conclusiones) con la teoría marxista del estado. Una élite gobernante que usa el aparato estatal a costa del resto de ciudadanos, legitimándose con las políticas adecuadas.
Pero nuevamente el prof. Bastos hace un ejercicio de honestidad y deja al aire una incoherencia flagrante de Rothbard: ¿Cómo un subjetivista determina de forma tan meridiana quienes son los beneficiados y quienes los perjudicados en esa división? ¿Cómo comparar utilidades entre colectivos? Los valores no son objetivables.
Estamos, en definitiva, ante un pensador original, pasional, accesible, que conjuga la "teoría política libertaria y la ética iusnaturalista con el rigor económico de la Escuela Austríaca", que muestra la inmoralidad del estado y el elitismo, aunque falla, por carencia, (me congratulo de que el prof. Bastos reconozca este punto) en la estrategia a seguir para poner en práctica sus medidas. Su práctica política estuvo, de hecho, llena de continuos vaivenes, colaborando en la fundación del
Libertarian Party, pero oscilando incluso entre la "derecha dura" y el apoyo en ciertos temas a la extrema izquierda. (A pesar de lo cual se permitió el lujo de criticar el método hayekiano de los "
second hand dealers of ideas", añadiría yo) Un científico al que yo nunca tildaría de "reaccionario radical", por más que
él mismo así se defina. Pues si bien es cierto que se refería a su predilección por la América anterior a 1910, ese término está viciado y en nada contribuye a definir su pensamiento sin una explicación previa, extensa y muy matizada.
Y estamos ante un
profesor gallego que ha escrito un artículo que destaca por su inusual brevedad y claridad expositiva, con abundante referencias bibliográficas y notas aclaratorias, que anima a profundizar en la lectura de ese maestro de la libertad que sin duda ha sido Rothbard.
Confiemos en que no sea el último, pues yo sí creo que la idea de Hayek es buena y los que modestamente intentamos propagar el mensaje liberal necesitamos de los académicos. Gracias, profesor.