miércoles, 6 de octubre de 2004

La moralidad del comisario

Nuestro periodista de guardia, el gran José Carlos Rodríguez, acaba de escribir una interesantísima y necesaria anotación en su bitácora, donde aclara la diferencia entre lo legítimo y lo moral. Es un tema que nos debe preocupar a los liberales (al menos es mi caso), pues existe muchísima confusión al respecto. Como ya comenté en su momento, es algo que Rothbard siempre intentó matizar, diferenciando entre libertarianismo y libertinismo (también Walter Block escribió un magnífico ensayo al respecto).

Pues bien. No sé si José Carlos ya conocía las opiniones expresadas (y aquí) por el futuro comisario europeo de Justicia, Libertad y Seguridad, el italiano Rocco Buttiglione, en su comparecencia ante el Parlamento Europeo, que debe confirmar su nombramiento.

Manifiesta sensatez cuando dice que "el Estado no tiene ningún derecho a meterse en estos temas" (en referencia a la homosexualidad) y que "muchas cosas que no pueden prohibirse pueden considerarse inmorales", apelando a la diferenciación kantiana entre la moralidad y la ley. Pues si este aspecto lo tiene claro, estaríamos ante un excelente comisario; para nada es relevante su valoración personal sobre la homosexualidad o la familia entonces (de hecho, yo no la comparto).

Pero claro, ya observamos cómo se da la noticia en los medios y el escándalo que ha provocado. La función de un burócrata ha de ser moralizar, parece ser; y como la moral de este caballero no gusta, se puede jugar su futuro (que es el nuestro, me temo).

A propósito, acierta al decir que el concepto de la palabra "matrimonio" deriva del latín y significa "protección de la madre" y al recordar que, en cualquier caso, la regulación del matrimonio "no es competencia de la UE y debe recaer sobre los estados miembros".

Esperemos que algún día dicha regulación sólo sea competencia de los interesados.

14 comentarios:

El Salmantino dijo...

Jaja. No seas malévolo, John. ;)

José Carlos Rodríguez dijo...

Efectivamente, Roberto, me parece un asunto de la mayor importancia. Hay mucha confusión con ese tema y llevo tiempo deseando hacer esta anotación, para aclarar conceptos.


Un saludo.

Anónimo dijo...

El tal Rocco parece ser un tipo interesante. Es miembro de "Comunión y Liberación" (grupo que algunos definen como fundamentalista católico, aunque yo no tengo ni idea, la verdad), es miembro del Advisory Board del Acton Institute, un alumno suyo, Flavio Felice, anduvo en el Mises Institue, tiene relaciones con el American Enterprise Institute, es miembro de la Unión Demócrata Cristiana (partido que estuve integrado en la coalición de centro-izquierda L'Olivo y después se pasó al Polo berlusconiano),... ¿Demócrata-cristiano? ¿Neocon? ¿Liberal? En cualquier caso, un tipo que seguro que no pasará desapercibido. Habrá que seguirle de cerca. Por cierto, sus opiniones morales me traen al fresco siempre que no trate de imponerlas; algo que, me temo, no es el caso del gobierno del talante que "gozamos" en España.

more

El Salmantino dijo...

Esto es de lo que nos tenemos que mentalizar los liberales. Es irrelevante a qué asosiciación pertenezca este señor (lo que no quiere decir que no sea legítimo que haya gente a la que eso le parezca moralmente reprochable). Lo importante es, claro, que no pretenda imponer sus creencias via coerción (estatal). Si él mismo tiene clara esa diferenciación, como se deduce de sus manifestaciones, estamos ante un liberal, eso desde luego.

El Salmantino dijo...

Te contesto allí, ya que me citas e invitas a ello. Aunque copio aquí la respuestas de todos modos:

Por alusiones, que se dice en estos casos. ;)

Mi referencia al Sr. Buttiglione venía a cuento para ejemplificar sobre lo que José Carlos había escrito y que a mí me parece de vital importancia. Y veo que efectivamente lo es, pues sigue existiendo una confusión tremenda al respecto. Hablamos de diferenciar entre lo que es legítimo y lo que es moral.

Legitimidad: He calificado al sujeto en cuestión de "sensato" porque dice considerar que el Estado no ha de involucrarse en relaciones privadas. Pues bien, Javi. Nada liberal me parece la regulación del matrimonio (hombre-mujer), y tampoco, claro, que se pretenda ampliar en ese sentido en vez de caminar en dirección contraria.

Moralidad: Su opinión sobre los homosexuales me es absolutamente indifirente, pero eso sí, tiene todo el derecho a tenerla aunque sea contraria a la mia, como es el caso, por cierto.

Él manifiesta una opinión pero aclara que su valoración es irrelevante si de legislar hablamos. Y si, y sólo si, tiene clara esa diferenciación, claro que estamos ante una concepción netamente liberal. En ningún momento manifiesto que el caballero lo sea, pues desconozco su trayectoria.

Respecto a tu comentario, habría cosas también que decir. Por ejemplo, que yo tampoco veo necesario que la Constitución "personalice" en grupos. Los homosexuales tienen derechos en cuento que individuos, no en cuento que homosexuales.
No se trata de que "no legislar es liberal". Sino de que el positivismo legal arbitrario es profundamente antiliberal. El matrimonio no es ningún derecho, porque el Estado no los concede; el derecho a unirme de la forma que quiera, sin que medie coacción, con quien quiera, es mio. Cuando el Estado regula eso, me está atacando, no protegiendo. Por lo tanto, la pretendida discriminación se soluciona no concediéndole privilegios estatales a los homosexuales, sino restaurando la situación previa a este intolerable ataque a la individualidad. Y no me vale lo de "mientras tanto..." Porque eso es tanto como haber defendido que las mujeres fuesen también a la mili mientras se conseguía eliminar esa aberración. Pues no, claro. El camino era otro y se ha recorrido ya.
Sobre el aborto, no iniciaré un nuevo debate. Tengo ya muy claro que posturas (anti y pro, que de las dos hay) son liberales en este tema y ya son bien conocidas.
Fíjate que en el caso de la eutanasia, el punto está en no legislar penando al que contribuye, tras un acuerdo mutuo y libre, a ayudar a quien desea poner fin a su vida. Pero también penando a quien pretende restringir ese derecho (curiosamente, habría que castigar al propio Estado).
Es decir, la legislación debe salvaguardar derechos, no concederlos ni restringirlos. El derecho a la propia muerte ya existe, pero se nos restringe.
¿Los centros comerciales? Lo mismo. Precisamente el problema es que hay legislación que prohibe a alguien disponer libremente de su negocio. Y eso es intolerable.

No se trata de mantener la situación actual en absoluto, sino caminar en sentido contrario en muchos aspectos.

Por cierto, me alegro de coincidir por enésima vez con un liberal de referencia en Europa (al menos, en esto sé que coincidimos, Javi.);)

Un abrazo y adelante.

Anónimo dijo...

La diferencia entre "legítimo" y "moral" me acertada. Pero no debe llevar a la conclusión de que en política todo lo legítimo es aceptable.

Me parece muy bien que este señor tenga sus ideas, las exprese y las ponga en práctica en su vida privada. Pero no le daré el voto para ningún cargo público y haré todo lo posible (y legítimo) para acabar con su vida política.
Lo mismo haría con quien en privado se declarase racista o antisemita, aunque renunciase a que el Estado impusiera la discriminación que él practica en su casa.

Defiendo a quienes quieren llevar una vida "legítima" e "inmoral" en su vida privada sin intrmisión estatal. Pero si se meten en política iré por ellos.

Nasser

El Salmantino dijo...

Nasser, igual que el comisario tiene derecho a opinar lo que le venga en gana, incluso a ser racista, misógino, homófobo o lo que sea, tú también lo tienes a despreciarle por ello. Obvio.

Pero insisto en que sus opiniones (de llevarlas a la práctica) sobre la diferenciación kantiana son plenamente liberales. Y yo prefiero a alguien contrario a mí en todo, pero que tiene claro que la función del Estado no es moralizar.

Anónimo dijo...

No sólo despreciarle, también retirarle mi confianza política y arruinarle su carrera. Me parece lógico y saludable.

El Salmantino dijo...

Pues a mí no me parece ni lógico ni mucho menos saludable. Las moralidad de un político me es indiferente; lo que yo le pido es que no use el enorme poder que tiene el Estado para joderme la vida. Sus opiniones no me hacen daño; su acción coercitiva sí.

Yo prefierto arruinarle la carrera a los estatistas, por muy afines que sean a mi moralidad. Cuestión de gustos. Cuestión de amor por mi libertad.

Anónimo dijo...

Los políticos tienen demasiado poder sobre el individuo. Me asusta que lo ejerza alguien con la capacidad intelectual disminuida o con los instintos morales degenerados, como es el caso de los racistas, machistas y demás fauna. No creo que estén capacitados para hacer una buena labor y siempre sospecharé de que puedan utilizar los resortes del Estado contra quienes odian de manera irracional, aunque pretendan ser liberales.
Además, el simple hecho de utilizar el púlpito estatal que da un cargo para moralizar ya me parece ofensivo. Si se trata de convicciones que no afectan a nadie, ¿por qué Buttiglione las expone públicamente? ¿Por qué utiliza su notoriedad política para sermonear? Yo no pago a un político para tener que oir cómo me desprecia.

Nasser.

El Salmantino dijo...

¿Qué las exponga públicamente hace que afecten a alguien? Herir sensibilidades me parece muy legítimo, pero ejercer coacción no.
Yo tengo muy claro qué prefiero, Nasser. Antes sentirme insultado que ser robado.

Anónimo dijo...

Utilizar la notoriedad que da un cargo para mostrar opiniones personales ya es abandonar el ámbito privado y hacer política. Si un presidente del Gobierno dice "no me gustan los negros y en mi casa no entran", está haciendo política.

Yo prefiero que me roben a tener que ver a un antisemita dirigiendo la policía, el ejército, la educación y todo el aparato estatal.

El Salmantino dijo...

Eso equivale a negarle un derecho fundamental a alguien por el mero hecho de ser político; sin embargo, a cambio se le concede la capacidad de robarnos y arrebatarnos nuestra libertad sin que sea resposable por ello.
Bien, es tu elección. El problema es que sus actos afectan a terceros y sus palabras no. Por lo que me parece liberticida, sin más.

Si alguien es antisemita o racista (del Barça o del Madrid... ;)), pero no utiliza el poder coactivo del Estado para imponer su concepción, estaríamos ante el político más liberal de la historia. Claro que no es el caso; pero el ejemplo del comisario era una disculpa para seguir insistiendo sobre la necesaria diferenciación entre lo moral y lo legítimo. Obviamente es prioritario, visto lo visto.

Por cierto, cuidado con el abuso del término discriminación; el derecho a hacerlo es fundamental y de hecho así ocurre a diario en nuestras vidas.

El Salmantino dijo...

Los nazis no dicen que el Estado no está legitimado para intervenir en aspectos morales. Antes al contrario.
Sobre los homófobos liberales que yo conozco (que los hay), harían lo que yo defiendo sin ser homófobo: apartar al Estado de cualquier regulación. Ahí se nota que tenemos diferentes concepciones de lo moral pero coincidimos en lo que es legítimo.
Los antibortistas liberales como yo, no permitiríamos el aborto porque no hablamos aquí de una concepción moral personal, sino de una agresión, lo que es de todo punto intolerable. Si nos equivocamos, será en considerar persona al feto, no en pretender moralizar.
Con la autanasia aún me lo pones más fácil: Yo estoy en contra, pero conoces bien mi clararidad al respecto; ha de ser elección del interesado nada más, pues de su vida se trata, sin que afecte a terceros.
No se trata de abstenerse entonces, pues muy pocas cosas, por no decir ninguna, del sistema actual me convencen. Pero la dirección de la actuación es básica. Y, en cualquier caso, yo le doy mucha importancia a la ética. Supongo que tú también, pues de algún lado deducirás que agredir a un semejante no es correcto, ¿verdad?

De todos modos, repito (y no me cansaré) que no pretendía defender al comisario. Lo utilicé de ejemplo para matizar una obviedad que no parece tal para muchos liberales: la diferenciación entre lo moral y lo legítimo.

Saludos, Javi. ;)